Piedra Angular te
cuenta…
La ola realizó
un extraño balanceo interior, se irguió cuajada de espuma sobre la superficie y
con la oportuna ayuda del viento, un puñado de gotas se escaparon de su cresta
y empezaron a volar sobre la superficie del océano.
Miles, tal vez millones de pequeñas
gotas giraban, flotaban, danzaban en el espacio antes de caer nuevamente sobre
el mar. Una de ellas miró a su alrededor y pensó: Esa gota de allá es bastante
flaca, la de más acá es en cambio demasiado gorda, esa parece muy brillante
pero pequeña, insignificante, esa otra en cambio es un tanto opaca, como si
estuviera sucia… y así siguió y siguió describiendo todo que alcanzaba a ver
durante ese breve segundo al que ella ahora llamaba "toda una vida".
Más tarde se disgustó con una
gota que, según ella le hacía sombra, y se hizo amiga de otra, que a su parecer
era como ella. Con el "tiempo" empezó a detestar a unas, y a querer a
otras, y en igual medida a temer, admirar, despreciar, seducir, compadecer o
apartarse de otras que eran "odiosas", "amables",
"inteligentes", "feas", "agresivas",
"hermosas", "hipócritas", "geniales",
"oscuras", "triunfadoras", "vacías",
"positivas", "traicioneras", "generosas",
"santas" o "destructivas" según su particular forma de
verlas.
En una ocasión chocó suavemente
con una de ellas y en ese choque algo cambió, se miró en la otra gota y se
reconoció a sí misma: Eres mi gota gemela, exclamó emocionada, y sucedió
que de ese choque brotaron gotas más pequeñas a las que llamó gotas hijas. En
verdad, pensó, soy capaz de dar vida. Más tarde, trazó un círculo y dijo: Todas
las gotas que están dentro del círculo son mi familia y mis amigas, las que
están fuera son mis enemigas o gotas poco confiables. A las primeras las amo y
las respeto, a las segundas, las detesto y les temo. Con la seguridad de tener
bien delimitado su mundo, sonrió satisfecha al tiempo que seguía su caída
inevitable.
En los últimos instantes, en una
millonésima de segundo antes de tocar la superficie del océano, la gota se dio
cuenta de algo, pero no supo expresar lo que sentía. Era un sentimiento
inmenso, poderoso; algo que la llenaba por completo, pero que al mismo tiempo
la dejaba vacía, una especie de destello que borraba todo lo demás, parecido a
lo que por unos instantes había sentido con esa gota con la que alguna vez
había chocado suavemente y en la que se había reconocido, pero ya era demasiado
tarde: La gota cayó finalmente al océano.
Tan pronto como tomó contacto con el agua, se dio cuenta de algo maravilloso: En
realidad ella no era una gota, no, su nombre era… su nombre era "Océano".
Más aún, sus límites no eran diminutos, como había creído, sino gigantescos.
Una parte de ella eran olas pequeñas en las que se bañaban los niños de una
playa de África, otra parte llevaba como si fuera una caja de fósforos a un
barco carguero, otra parte de ella misma se erguía poderosa mientras cabalgaba
y era cabalgada por un huracán en el Caribe, otra tocaba las gélidas costas de
la Antártida, otra las costas de Oceanía, otra se agitaba inquieta en el
estrecho de Bering… de pronto se dio cuenta de su enormidad y de su poder sin
límites. Mi nombre es océano, se dijo emocionada, ¡océano!
No tardó mucho su emoción pues
una ola la levantó sobre la superficie del agua y con el soplo de la brisa
marina se convirtió otra vez en una gota que giraba y flotaba sobre la
superficie.
Olvidando todo lo anterior, se
volteó y dijo: El mundo está lleno de gotas, hay gotas flacas como la de
allá, gordas como la de acá, brillantes como esa, opacas como aquella que… en
esas estaba cuando vio una gota junto a ella; en apariencia era como todas las
demás pero había un algo que le atraía de forma inevitable.
Su mirada era diferente, su forma
de estar y de girar y de ondular al compás de la brisa era extraña, única. No
podía dejar de mirarla, era como si danzara al mismo tiempo que estaba quieta,
era como si hablara a la vez que permanecía en silencio, y cuando giraba una
luz dorada la iluminaba y ella, no sabía cómo, empezaba a parpadear de manera
hipnótica.
Al fin, rompiendo esa mezcla de
temor y reverencia por aquella gota extraña, le dijo: ¿Quién eres? La gota
la miró con dulzura y le contestó: Soy tú. Se sorprendió de semejante
respuesta. ¿Cómo era posible eso?, ¿se trataba de una adivinanza tal vez?, ¿era
acaso un misterio insondable?, ¿una broma quizá? Se la quedó viendo sin
atreverse a decir nada.
Mírate, le dijo entonces la
gota, mírate hacia dentro y verás que tengo razón. La gota siguió sin
entender. Cierra los ojos, insistió, escucha tu silencio interior,
déjate ir.
No puedo, se rebeló la gota, cómo puedo cerrar los ojos cuando hay tanto que ver, como puedo sumergirme en el silencio cuando hay tanto que oír.
Tus ojos te engañan, tus oídos también, dijo entonces la gota brillante.
No, dijo la gota retrocediendo, aléjate, por un momento creí que eras, no sé, especial, pero ahora veo que estás loca.
No puedo, se rebeló la gota, cómo puedo cerrar los ojos cuando hay tanto que ver, como puedo sumergirme en el silencio cuando hay tanto que oír.
Tus ojos te engañan, tus oídos también, dijo entonces la gota brillante.
No, dijo la gota retrocediendo, aléjate, por un momento creí que eras, no sé, especial, pero ahora veo que estás loca.
Claro que sí, dijo la gota brillante, loca para tu exterior, pero
cuerda para tu interior. Una parte de ti sabe que tengo razón, la otra lo
niega.
La gota dio un salto hacia atrás aprovechando una leve ondulación de la brisa marina. Aléjate, gritó, aléjate o te denunciaré con las otras, les diré que estás loca, que eres una amenaza, que debemos deshacernos de ti.
La gota dio un salto hacia atrás aprovechando una leve ondulación de la brisa marina. Aléjate, gritó, aléjate o te denunciaré con las otras, les diré que estás loca, que eres una amenaza, que debemos deshacernos de ti.
Puedes hacerlo si quieres, contestó con tranquilidad la gota brillante, pero
por más que me alejes siempre estaré contigo, porque soy tú, porque soy todas
las gotas y mucho más de lo que imaginas. Algún día comprenderás lo que he
querido decir, agregó, algún día, cuando otra ola te levante sobre el
océano y saltes a esto a lo que llamas "vida", una memoria escondida
te asaltará, algo brotará desde adentro como un rayo de luz y recordarás,
aunque sea de manera nebulosa, algo de lo que en verdad eres.
Entonces, dando un giro increíble,
se alejó. El destello de esa gota la dejó afectada durante un "largo"
tiempo. Con frecuencia pensaba en ella o soñaba con ella, y hubo un tiempo en
que ya no sabía qué sentir, si temor o amor, y sucedió que una fracción de
segundo antes de caer otra vez en el océano, se dio cuenta, sí, se dio cuenta
con claridad de lo que había querido decirle aquella gota extraña, pero ya era
tarde.
Cuando tocó nuevamente el agua
del mar, se estiró todo lo que pudo, sintió todas sus olas en todas las costas
del mundo, y volvió a sentirse océano enorme y poderoso. Entonces rogó para que
en la próxima ocasión en que una ola la levantara sobre la superficie del agua
y la lanzara al aire nuevamente, no olvidara lo que en verdad era.
Y así fue: Dos o tres olas más
tarde, pudo verse a sí misma como una gota-océano flotando, girando, danzando
entre millones de gotas aparentemente distintas. Sintió una felicidad enorme
pues al fin se acordaba y se daba cuenta de que había dejado de estar dividida
entre la ignorancia y la sabiduría, entre la pequeñez y la grandeza, entre la
apariencia y la esencia.
Una gota que la vio brillando con
una luz especial, le preguntó intrigada, quién eres, y ella contestó con tranquilidad: yo soy tú, yo
soy océano, yo soy infinito.
La gota que la escuchaba, frunció el ceño.
La gota que la escuchaba, frunció el ceño.
Edgar Allan García.
En Piedra Angular te
podemos ayudar con este y muchos otros temas más…
CONTÁCTANOS...
Teléfonos de contacto:
Claro: 993-437-892
Entel: 98-111-58-31
Movistar: 999-23-01-34
Fijo: (01) 733-70-09Encuéntranos en: www.facebook.com/ProyectoPA
Escríbenos a: piedra_angular@outlook.com
Síguenos en: piedrangularperu.blogspot.com
0 comentarios:
Publicar un comentario