Piedra Angular te cuenta…
Pájaro Blanco y Pájaro Negro habían estado en guerra
desde edades sin memoria.
Pájaro Blanco era resplandeciente, los dioses hablaban
por él, era todo el bien, el pensamiento y la luz.
Pájaro Negro era sombrío y denso, por él hablaban las
potencias inferiores, y era toda la fuerza animal, los instintos y la potencia
de la oscuridad.
Pájaro Blanco despreciaba al Negro por su vuelo
rasante, porque era carnicero, porque se apareaba con hembras, y porque buscaba
andar en bandada, acompañado por otros oscuros como él.
Pájaro Negro despreciaba al Blanco por su poco peso,
por vivir en las nubes, porque no conocía hembras, porque su comida desabrida
era el aire y porque no tenía compañeros y vivía solo.
Uno ganaba, ganaba el otro. Victoria final ninguno
tenía. Pero cuanto más guerreaban, más se miraban.
Un día la curiosidad empezó a acercar a los dos. Menos
se interesaba ahora, uno por el mundo de las nubes, otro por el mundo de la
tierra. Uno al otro se interesaba, les empujaba el saber.
Pájaro Negro quería saber por qué resplandecían las
plumas del Blanco, por qué era tan liviano que subía como el viento, qué había
en su corazón cuando sus ojos se iluminaban, qué buscaba allá arriba.
Pájaro Blanco quería saber de dónde venía el pesado
poder del Negro, qué placer sacaba de tener hembras, qué había en su corazón
cuando estaba con su bandada, qué buscaba allá abajo.
Por querer saber de Pájaro Blanco, Pájaro Negro subió.
No mucho, un poco.
Por querer saber de Pájaro Negro, Pájaro Blanco bajó.
No mucho, un poco.
Rivales eran, y querían sacarse los secretos. Ganar lo
del otro y vencerlo. Por eso empezó
Pájaro Negro a comer aire, un poco. Alguna
luz se le abrió en la punta de las plumas, y su vuelo fue más liviano.
Por eso empezó Pájaro Blanco a comer insectos, no
muchos, algunos. Pizca de poder denso oscureció la punta de sus alas, y el
vuelo fue más pesado.
Luego de pelear, ganando uno, ganando el otro, un día,
cerca, se miraron.
Ya no podían pelear más. De tanto perseguir al otro,
admiración sentían por el rival.
Se encontraban, a veces, y se enseñaban, a comer aire,
a ordenar las potencias de abajo, a aprender de las potencias de arriba. Amigos
fueron.
Tan juntos iban y tanto tomaban uno del otro, que gris
se hizo Pájaro Blanco, con puntas de alas resplandecientes, y gris se hizo
Pájaro Negro, con puntas de alas renegridas como tronco quemado. Hermanos
fueron.
Hermanos eran, no paridos por la misma madre. De
admirarse y de seguirse. Extrañados los miraban los demás, y ellos juntos iban,
siempre, no se separaban.
Cada vez más fuerza tenían; el sol y la noche se
juntaban en ellos.
Como tú quiero ser - dijeron un día, juntos.
Hubo allí un estallido como un volcán, un remolino de
luz como viento de huracán y la noche estrellada como una gran vasija.
Juntos, comprendieron. Que eran un solo pájaro.
Mitades partidas al principio de los tiempos, que ahora por fin, reunidas
estaban.
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